Amados:
Quiero ante todo dar gracias a Dios por el privilegio que nos ha dado a los cristianos de esta generación de ver -a través de esta pandemia- su mano poderosa llamando a los hombres al arrepentimiento y a su Iglesia a un despertar espiritual para volver a ser luz en un mundo entenebrecido por la maldad, la injusticia y la soberbia.
Nosotros, como evangelistas, podemos ahora percibir los campos blancos para la cosecha: El hombre actual, envanecido por sus logros científicos y tecnológicos, ahora enfrenta la realidad -muchas veces repetida en el texto bíblico- de que él es solamente barro, solamente hierba, tan solo como la flor del campo qué pasó el viento por ella y pereció, y su lugar no la conocerá más.
Hoy Dios nos ha preparado el terreno. Ahora debemos meter la hoz. Quién sabe si estamos a punto de ver un gran avivamiento en nuestros días? Quién sabe si estamos aproximándonos al fin de la historia? No lo sabemos, pero sea como fuere hemos de servir a nuestra generación proclamando con valentía el mensaje único del Evangelio.
Cristo y solo Cristo, la Biblia y solo la Biblia, la fe y solo la fe, la gracia y solo la gracia y a Dios y solo a Él sea toda la gloria! Que este vuelva a ser nuestro estandarte en la batalla.
Que el Señor nos llene de su gracia y de su poder para seguir proclamando al mundo las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable!
Que podamos decir junto con el Apóstol Pablo:
Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. (Hechos 20:24)
David Proaño.
PRESIDENTE DE OACI